miércoles, 11 de mayo de 2011

EEUU Y LOS DERECHOS HUMANOS

En defensa de la libertad. Juan Pardo 2010.
 
 
Con motivo del asesinato de Bin Laden, aquí pongo la reseña de la carta que Adolfo Pérez Esquivel le ha escrito a Obama. No tiene desperdicio.
 
De Nobel a Nobel - Carta abierta a Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica
 
 Estimado Barack

Al dirigirte esta carta lo hago fraternalmente y a la vez para expresarte la preocupación e indignación por la destrucción y muerte sembrada en varios países, en nombre de la "libertad y la democracia", dos palabras prostituidas y vaciadas de contenido. Termina justificando el asesinato y es festejada como si se tratase de un acontecimiento deportivo.
Indignación por la actitud de sectores de la población de los EEUU, de jefes de Estado europeos y de otros países que salieron a apoyar el asesinato de Bin Laden, y tu complacencia en nombre de una supuesta justicia. No buscaron detenerlo y juzgarlo por los crímenes supuestamente cometidos, lo que genera mayor duda. El objetivo fue asesinarlo.
Los muertos no hablan y el miedo al ajusticiado que podría decir cosas no convenientes para los EEUU., se convirtió en asesinato para asegurar que "muerto el perro se terminó la rabia", sin tener en cuenta que no hacen otra cosa que incrementarla.
Cuando te otorgaron el Premio Nóbel de la Paz, del cual somos depositarios, te envié una carta que decía:"Barack me sorprendió mucho que te hayan otorgado el Nóbel de la Paz, pero ahora que lo tienes debes ponerlo al servicio de la Paz entre los pueblos, tienes toda la posibilidad de hacerlo, de terminar las guerras y comenzar a revertir la grave situación que vive tu país y el mundo".
Sin embargo has incrementado  el odio y  traicionado los principios asumidos en la campaña electoral ante tu pueblo, como  poner fin a las guerras en Afganistán e Irak y cerrar las cárceles en Guantánamo y Abu Graib en Irak. Por el contrario,  decides comenzar otra guerra  contra Libia, apoyada por la OTAN y la vergonzosa resolución de las Naciones Unidas de apoyarla, cuando ese alto organismo, empequeñecido y sin pensamiento propio, ha perdido el rumbo y está sometido a las veleidades e intereses de las potencias dominantes.